Mi padre pidió en un restaurante una "menta polea" el otro día. Me pareció que, con este lapsus suyo, trajo al mundo un objeto muy curioso, totalmente inútil pero que ya existe por el mero hecho de que mi padre lo haya nombrado. Yo ahora lo dibujo para acercarlo más al mundo de lo tangible. Fijaos en que no tiene ninguna utilidad; de hecho, resulta bastante aparatoso e incómodo beber de la taza a la que se acopla el juego de poleas.
10 comentarios:
A esa taza le falta una oreja.
Me gusta, muy Noguera esta entrada :)
Es cierto, esto es muy Noguera. Es un objeto noguera que me regaló mi padre sin saberlo.
Desde aquí quiero expresar mi admiración por la obra de Miguel N.
No sé si es un objeto Noguera, pero sí es un objeto un poco Brieva, no?
Fascinante del todo. No ahorra ningún esfuerzo, pero añade el placer intrínseco de accionar unas poleas, y permite no empañarse de vaho la mano, en caso de que el consumidor de la infusión la tenga de cristal.
¡Bravo por el Hombre de la Pústula! Solo alguien con una imaginación fértil podía encontrarle una razón de ser a esta mierda.
Ahora habrá que patentarlo.
Jo, Porte. Menos mal que dejé de escuchar a Hilario Pino, si no creo que me hubiera dado algo.
Me gusta mucho tu Menta Polea, que no te había dicho nada.
jaja, yo quiero uno!
Hola otra vez, portero. Me gustó tanto que quise verla en acción. Bueno, más o menos.
El medio condicionó el mensaje, el movimiento repetitivo, es verdad que muy de masturbador automático, se debe a que es lo que menos trabajo lleva.
Por la misma razón el sobre no se hunde más de un tercio, de hecho hay una trampa: las poleas no giran, la cuerda no corre, sólo se estira y encoge por sus extremos. En realidad este sistema es mejor, ya que a un movimiento pequeño del extremo que mueve la mano podría corresponder un movimiento mucho mayor o menor del otro extremo, según convenga.
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